Hace unos días Apple retiró de su tienda de aplicaciones un juego para iphone que ironizaba sobre los abusos que comete la compañía durante los proceso de fabricación de su smartphone. No es gran noticia. Continuemos.
La aplicación en cuestión, un juego que costaba 0,99$, nos brindaba la posibilidad de conocer la extracción de los minerales en África en condiciones de semiesclavitud o salvar a los trabajadores que intentan suicidarse en las fábricas de sus proveedores en China – en 2010 llegaron a suicidarse 12 personas y se denunciaron condiciones asfixiantes de trabajo-.
La respuesta de Apple no se ha hecho esperar. Censura. A la antigua usanza: Eliminamos el juego de la tienda de aplicaciones y a otra cosa mariposa.
“La aplicación viola nuestras pautas de desarrollo”, explicó un portavoz de Apple. No es ni la primera aplicación violenta que encontramos en la Apple Store ni será la última. Sí es la primera que critica abiertamente y apunta a la raíz de los procesos de fabricación de la compañía.
Y es que mientras que el objetivo de la aplicación era generar un debate el impacto del consumismo y los desafíos de un crecimiento difícilmente sostenible, hoy la noticia se centra en la censura.
El modelo de negocio de Apple ha demostrado que funciona. Miles de desarrolladores trabajan para nosotros, ponemos a su disposición una plataforma en la que permitimos vender aplicaciones de terceros. La comisión no es irrisoria, cercana al 30%. Vamos. Pero no nos andemos con chiquitas; las reglas son las reglas. Y cuando nos apuntan directamente al corazón, son más severas.
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