Es deprimente. Lo sé. Únicamente basta con echar un vistazo al twitter ficticio de Pedro Piqueras @PedroPiequerasT5 para hacernos una idea de cómo están las cosas.
Están verdaderamente puñeteras. Perdemos el norte, el horizonte. Y es que nos enseñaron que haciendo las cosas que nos proponía el sistema conseguiríamos el éxito. Un coche, una casa, una hipoteca que se cancelaba sola porque los precios subirían más y más. Algunos optarían incluso a perro y piscina. Lujos de la vida. España iba bien.
Cuando yo estudiaba la carrera (y no os echéis las manos a la cabeza, hace 5 años) el sistema nos pedía capacidad de adaptación, aprender rápido, asentir con la cabeza, estar atentos, memorizar, aplicar modelos y asimilar conceptos. Si éramos formales y girábamos en la rueda sin rechistar, todo iría bien. Encontraríamos unas prácticas que se convertirían en contrato indefinido en una fábrica –buen pastor– que necesitaría de la mano de obra de sus trabajadores y trabajadoras) –ovejas– y que se preocuparía por nosotros, nos proveería del sustento para alcanzar la felicidad.
Hoy hablamos de la gran recesión, pero no es verdad. Unos son hoy más ricos y van como un tiro, y otros somos un poquito más pobres. Los ciclos cambian. Lo triste de todo esto es que nos acabamos de dar cuenta de que la “causa / efecto” de hacer las cosas bien, que antes funcionaba, ya no lo hace. Para muchos hoy, hacer las cosas como es debido hoy ya no asegura el éxito; seguimos trabajando, obedientes, haciendo lo que nos pidieron, pero ya no obtenemos resultados. Estamos fuera del partido. Y desmotiva.
La nueva economía nos ha provocado la sensación de perder el control de nuestro propio futuro, esa sensación de incertidumbre porque nuestros esfuerzos no van a ser recompensados, esa falta de referentes. ¿Qué podemos hacer cuando el gigantesco engranaje que nos han impuesto ya no asegura el éxito? ¡Nos convirtieron en androides para nada? ¿Y si este gran lavado de cerebro era todo una mentira?
Para muchos, de repente, se acabaron las excusas. Agárrense los machos porque vienen curvas. ¿Quejarse? Mejor hacerse a la idea. Ponerse manos a la obra. Vivir con un plan b. Comprarse un GPS. Aunque no lo crean, visionarios, gurús, políticos y patronos se dieron cuenta de la noche a la mañana de que las reglas del juego habían cambiado y ni ellos mismos se habían enterado.