En el centro de la ecuación.

Hoy es 10 abril. Cumplimos 4 semanas confinados en casa. Dicen que, tras el bicho, ya nada será lo mismo; que de esta saldremos distintos. El caso es que mientras las costuras económicas se deshilvanan ante un sopapo soberbio, la ciudadanía tiene claro a quiénes reconocer y poner en el centro. Lo hacemos encontrándonos cada día a las 20h para el aplauso por el personal sanitario, los servicios de cuidado, salud y ciencia. Orgullo de nuestro estado del bienestar.

Pero estoy convencido de que ese aplauso no es solo por ellos; sumamos a quienes están a pie de calle para que el resto podamos confinarnos en nuestros hogares: alimentación, distribución y logística, farmacias, residencias de ancianos, servicios sociales, agricultura, limpieza y mantenimiento de nuestras ciudades…  Son muchos ellos sectores ignorados, ninguneados por las políticas empresariales y económicas en pos de una modernidad y un futuro digital, 5.0, robótico, inteligente y artificial. De repente hemos tenido que recoger cable para, en tiempos de crisis, comenzar a valorar el trabajo físico, humano y de servicio.

Tal vez la idea fuerza tras esta pandemia debiera ser la de poner la tecnología al servicio del trabajo humano, y no al revés. Volviendo a humanizar las organizaciones, las relaciones laborales, empresariales y sociales. ¿Esto no iba de minimizar costes y deslocalizar las inversiones para maximizar el dividendo? ¿Esto no iba de adelgazar el estado y que no interfiriera en la económica? ¿Dónde está Smith y la mano invisible? No. Esto va de liberales demandando medidas keynesianas  y ayudas para las empresas. Esto va de dotar de recursos a nuestro modelo de estado, público y social. Esto va de poner de nuevo el derecho al trabajo, la salud y el cuidado en el centro de la ecuación.

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@Photo by Ali Yahya on Unsplash

 

 

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