Algo obvio: Nuestro futuro, nuestra competitividad como país depende de…
- La transformación de los valores de las personas y los ciudadanos.
- La revisión del sistema educativo y universitario.
- El entramado de instituciones científicas, centros tecnológicos y su aplicación ligada a la industria.
Si no se transfiere el conocimiento desde ahí, al entramado empresarial mal vamos. Ya podemos seguir metiendo horas. Harakiri.
Y dedicamos recursos y recursos, y se crean centros y más centros en los que la propia operativa de la investigación hace que los proyectos acaben guardados en un cajón. Tenemos pánico a acercarnos a la industria. También es culpa de ellos, que sacaban pecho porque sabían cómo debíamos hacer las cosas para ser competitivos. Industria e investigación. Cada uno por su lado.
Pero seguimos perdiendo posiciones en los rankings de productividad y competitividad. La brecha se va alargando. Nos fijábamos en Europa y no estábamos tan mal. Pero cuando miramos más allá nos da vértigo.
Quizás nuestro futuro como país pasa por eso que ahora se pone de moda hasta en los anuncios. Des-aprender. Volver a hacer. Porque parece que los modelos que nos enseñaron -aquellos que primaban lo cortoplazista, los atajos y la moneda en el bolsillo- no nos aseguran ser mínimamente competitivos. También tiene que ver con la humildad y los valores.
Y se nos llena la boca al hablar de innovación, pero seguro que esto que estamos haciendo no sea innovación, ni probablemente nada.
Ups, oigo en la oficina la palabra crisis; no me acordaba.
Raudo me vuelvo a lo que andaba haciendo. Las anteojeras, por favor.
* La foto, de vértigo mirándonos el ombligo, es de @Margotta.