Greg Smith la armaba ayer bien gorda en el NYT a razón de su dimisión como –copio textualmente– Executive director and head of the firm’s United States equity derivatives business in Europe, the Middle East and Africa.Un pez gordo, vamos.
Dimite porque GS antepone sus intereses a los de sus clientes, a quienes la dirección les denomina internamente como marionetas -muppets-. Dimite porque su organización ha perdido los valores y lo único que le importa es ganar más y más dinero, llegando -algo que ya todos sabíamos gracias al documental Inside Job– a persuadir a sus clientes para colocar productos financieros por los que GS ya no apostaba.
Que lo digan desde dentro ya es otra cosa. Traduciendo sus palabras:
“Me di cuenta de que era la hora de marcharme de aquí cuando no podía mirar a los estudiantes a los ojos y afirmar que este era un lugar estupendo para trabajar”.
Los bancos de inversión hoy luchan por recuperar una confianza que se quebró en 2008. Su único objetivo es lavar su imagen, dañada por una crisis que, en gran medida, ellos han provocado. No han reflexionado. No han entonado ningún mea culpa. Hoy, 4 años después, la crisis aún ensalza las miserias de nuestro capitalismo a todos los niveles. Desde el ciudadano o la pyme familiar más pequeña que evade impuestos o esclaviza escudándose en la legislación, hasta los lobbies de poder y los estados, sin duda los más irresponsables de toda esta historia. La ceguera del poder. Poderoso caballero…
Y oigan. No me hablen de recuperar no sé qué senda del crecimiento si no repensamos antes cómo queremos funcionar. Qué valores nos deben guiar. Cuáles son las verdaderas buenas prácticas para refundar esto. Es algo que aún no hemos hecho. Por ello, hoy en 2012 únicamente debemos clasificar a las empresas en dos grupos: Las organizaciones socialmente responsables y las socialmente no responsables. Y pocas se salvan de la quema.
No les extrañe. Los tiburones de GS atacarán a Smith diciendo que era un ser asocial, que estaba frustrado por no haber ascendido o que es un resentido por no haberse llevado tal o cual bonus. Están acostumbrados a las puñaladas por la espalda. Es su cultura, y la de tantos otros.
Pero aun así, hay grandes lugares para trabajar. Encontrarlos depende de nosotros. Hay una nueva generación de líderes con creencias y valores diferentes. Sigo creyendo firmemente en ello. Por eso me quedo con el último párrafo de la carta de Smith:
“Make the client the focal point of your business again. Without clients you will not make money. In fact, you will not exist. Weed out the morally bankrupt people, no matter how much money they make for the firm. And get the culture right again, so people want to work here for the right reasons. People who care only about making money will not sustain this firm–or the trust of its clients–for very much longer.”
* Porque tenemos razones para protestar. http://www.flickr.com/photos/ghalog/