¿Modelo de país? Así nos va.

Había algo fundamental. Algo sobre lo que muchos estábamos de acuerdo, y que debía marcar nuestro futuro como país. Algo que, presuponíamos, sentaría las directrices de lo que queríamos ser. Lo afirmaban los políticos. Y los primeros presupuestos de este Gobierno podían marcar una senda distinta.

La desilusión ha sido mayúscula. Y mi preocupación máxima.

Antes me gustaría citar a César Molinas hace unos días en El País:

A los políticos españoles de cualquier pelaje se les llena la boca hablando de la necesidad de adoptar un nuevo modelo productivo y de acceder a la economía del conocimiento. No solo la boca, también llenan el BOE. En mayo de 2011 el 99% de los diputados del Congreso votó a favor de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, en cuyo preámbulo se puede leer: “El modelo productivo español (…) se ha agotado, con lo que es necesario impulsar un cambio a través de la apuesta por la investigación y la innovación como medios para conseguir una economía basada en el conocimiento…”. Pura fachada. 

Una buena intención olvidada a las primeras de cambio. De las palabras a los hechos hay un trecho, y ante las dificultades, nuestros gobernantes continúan tropezando con la misma piedra.

Hoy leo. Recorte del 34% en las inversiones en programas de investigaciónEl recorte en los programas de educación es de 623 millones de euros, un 21,9%El presupuesto del CDTI sufre una merma de 422 millones, un 79% menos

Los presupuestos generales del estado han hablado. Nos han estafado. Nos lo avisaban, entre comillas. Hace unos días nos lo vendieron como una racionalización del gasto. La optimización de los recursos. Finalmente se amputa, en más de un 30%, la inversión en el que debía de ser uno de los motores del nuevo modelo económico. El modelo del conocimiento, ése que nos salvaría del ladrillo.

Podemos estar de acuerdo en otra cosa: El sistema de I+D nacional no funciona como debiera y su modelo de organización y financiación no es el más adecuado. Pero hoy es algo nos salva. La tan criticada fragmentación de las competencias, esa barbarie nacionalista que provoca redundancias e ineficiencias, puede que a algunos nos salve de la quema. En este sentido, el tijeretazo nacional está siendo minimizado en Euskadi, donde además de mantenerse las inversiones se hace hincapié en la necesidad de aumentar la autofinanciación y la competencia por otros fondos para la investigación -como los europeos-. Lo cortés no quita lo valiente. Competitivos sí, pero sin recortes ni excusas.

Estamos en un escenario en el que Alemania presenta su apuesta para 2013, programando escenarios plurianuales y aumentando un 6% el gasto en educación e investigación. En España esperamos a abril -¿las elecciones andaluzas?- para presentar presupuestos de 2012. Mientras Alemania camina hacia el 4% del PIB invertido en I+D, nosotros nos afanamos en disminuirlo. Mientras Alemania mira por su ombligo nosotros gobernamos para los mercados.

No todos. En lo que nos dejan, los de arriba luchamos para hacer equilibrios y minimizar el impacto del tijeretazo en los equipos de investigación. Una lástima que algunos de los de abajo sigan apostando por el ladrillo y la farándulapegándonos por el proyecto Eurovegas o cargándonos una playa virgen en Balearesy por el perdón al ladrónla dichosa amnistía fiscal-.

Diferentes modelos. Diferentes apuestas. Como decía más arriba, lo cortés no quita lo valiente. Y el fin, hoy más que nunca, no justifica los medios.

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