Si hace unos días realizaba un pequeño homenaje a la figura del maestro hoy toca la de arena, coscorrón general. Y es que algo muy grave está pasando cuando echamos un vistazo a los datos. Esta vieja Europa y esta triste España necesitan revoluciones múltiples.
Aunque el mes de junio ha tenido un comportamiento positivo, superamos ya los 4.6 millones de parados. Un 24,6% de la población activa. La media europea se sitúa ya en el 11%, con un total de 17.5 millones. Se dice pronto. Además, el desempleo juvenil en España supera ya el 52%. Estamos casi 20 puntos por encima de otros países de la Unión (Portugal e Italia con un 36% son los siguientes en la lista).
Buff. !!!
Y sin embargo se produce una gran paradoja. Las empresas no consiguen cerrar vacantes en puestos clave y manifiestan dificultades para acceder a profesionales de talento cualificado.
Existe un GAP entre la evolución del tipo de trabajo que realizamos (cada vez más ligados al conocimiento y la innovación) y las aptitudes profesionales que hoy promueven las instituciones que alimentan al mercado de trabajo. Debemos exigir una relación más estrecha entre lo académico y lo productivo. Hasta ahora cada uno ha ido por su lado. La crisis que vivimos y este cambio de han puesto de manifiesto que van a distintas velocidades.
El país de la cultura del ladrillo, de la economía sumergida, del pelotazo en el corto plazo y el BMW a los 18 está pagando su escasa perspectiva. A todos nos iba bien en Españistán. Hoy los estragos sociales están siendo devastadores. Y todos somos responsables. Lo siento, pero muchos de los puestos de trabajo perdidos podrían no recuperarse jamás.
La diferencia de la que hablamos es mayor en economías del conocimiento, donde la creatividad y el talento son el factor diferencial. Alemania continúa demandando ingenieros y perfiles técnicos y Estados Unidos en 2020 necesitará más de 1.5 millones de trabajadores con título universitario. Las empresas no darán a basto para satisfacer la demanda de trabajo de baja formación y en cambio tendrán mayores dificultades para fichar talento cualificado.
Según un estudio de Manpower del año pasado sobre la Escasez de Talento, España es uno de los países en el que los que los directivos encuentran menos dificultades para encontrar dicho talento (un 11% manifiesta encontrar dificultades). Tampoco es moco de pavo. Y eso que en estos momentos la oferta de mano de obra es enorme, y -mucho me temo- nuestra economía productiva aún no ha dado el salto necesario -salvo honrosas excepciones- para posicionarnos en la creatividad y la innovación.
El Gobierno no puede escurrir más este bulto. La revolución implica concienciarse de que es fundamental cubrir (crear!) los puestos del trabajo del futuro (que seguramente hoy ni existen). Los recortes en educación primaria y secundaria nos alejan de este objetivo. Tampoco pueden escurrirlo las empresas. Desde dento, debemos convertir el desarrollo profesional de las personas en ventajas competitivas -lo que liga con políticas y culturas más avanzadas de gestión de personas-. Debemos concienciarnos de que es crítico aumentar la inversión en políticas de personas, en formación, desarrollo y cualificación de los equipos. El crecimiento ya no será posible sin políticas de desarrollo que aporten valor al negocio.
Las organizaciones que sepan desarrollar y retener el talento serán ganadoras. En el futuro los países que sepan desarrollar y retener el talento serán ganadores. Por el momento, seguimos escurriendo el bulto de la educación y la formación.
* Preciosa iniciativa de Denise Carbonell