“El arte de gestionar proyectos (y la empresa es uno de los más exigentes desde el punto de vista de la capacidad ejecutiva) necesita una competencia clave: capacidad de priorizar y elegir entre opciones.
Quienes han crecido en la rigorista cultura del Paper les cuesta una barbaridad decidir, mojarse, descartar caminos y asumir riesgos. Están preparados para lidiar con la complejidad desde el perfeccionismo del despacho y el laboratorio, pero la realidad que los espera fuera no se gestiona a base de algoritmos precisos, ni de información completa; sino echando mano de bocetos inexactos, con voluntad de experimentar y sabiendo que la incertidumbre es pan de cada día en la hoja de ruta de los emprendedores.”
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Amalio da en el clavo una vez más. En su post, “Complejidad paralizante y el noble arte de simplificar” se plantea la dualidad complejidad / simplificar, el binomio de la perfección vs el lanzarse a hacer.
Tenemos un déficit de toma de decisiones en muchas organizaciones. Competencia crítica en un marco global y digital. Y no me refiero al clásico “ir por libre”. De hecho, aun en el trabajo individual, nos perdemos en el mar del debate y contradebate, en la revisión 10.7 del documento que no acaba de validarse y bajar a la arena.
Mejoras incrementales que ralentizan la acción. En entornos de cambio acelerado, las dudas y continuos reenfoques pueden hacernos perder el compás de los tiempos. Equilibrio. Bien hecho y rápido hecho. Ya tendremos tiempo de segundas y terceras revisiones. Testear, hacer, mejorar, hacer. Sin perder el ritmo.
He extraído un breve párrafo del post, pero cualquiera de ellos podría reflejarse aquí. Te lo digo en serio; no te lo pierdas.