Silencio imperfecto. Egocentrismo vs búsqueda.

No he tenido la oportunidad de leer “Vivir y convivir”, el libro de Jonan Fernández (actualmente responsable del área de paz y convivencia del Gobierno Vasco, y antes en Baketik) sobre el que hablamos ayer en la primera jornada del curso de Formación de Provincia de Loyola en Identidad y Misión. Pero acabo de empezar a poner remedio.

Nos hemos juntado 39 personas de distintas obras jesuitas de la Provincia en un programa formativo que se proyecta a (escalofrío) casi cuatro años. Primer día. Tiene sentido comenzar por lo básico. Estuvimos dándole vueltas a la identidad personal, quién soy, qué soy, cómo soy, nuestras motivaciones, la autenticidad, nuestro proyecto. Dos días profundizando (¿tiempo? ¡tiempo!) en el autoconocimiento.

Uno de los textos era una adaptación del libro de Jonan en el que reflexionaba sobre el itinerario humano y el “qué hacemos aquí”:

¿Estamos en la vida para replegarnos y cerrarnos sobre nosotros mismos y lo que controlamos, o para abrirnos a lo que nos supera y nos trasciende?

Egocentrismo vs búsqueda. El control vs el riesgo.

Socialmente se nos bombardea con impactos que invitan al individualismo, a alcanzar la seguridad, el éxito, la competitividad, el protagonismo, la atención, la acumulación, el retorno inmediato (y el beneficio tangible). Jonan lo verbaliza como buscar la felicidad en torno a uno mismo, en aquello que se puede acumular y controlar. En el otro extremo de la balanza encontramos un sentido radicalmente diferente; el de la ayuda desinteresada, la naturaleza, la ética, la preocupación sincera por el otro, el crecimiento, la búsqueda, el darse a quien puede necesitar. Supone, apunta Jonan en buscar el sentido de una vida más allá de nosotros mismos, en lo que no controlamos (entrega, solidaridad, receptividad). Abrirse y buscar frente a replegarse, encerrarse, autosatisfacernos.

Ayer, mientras me quedaba asombrado con lo fácil que redacta el autor (y nos permite comprender) algo tan complejo, recordaba una conversación reciente con un conocido sobre la razón de ser de nuestras profesiones y nuestras motivaciones. En su rol de educador, esta persona afirmaba estar muy motivada con la posibilidad de pasar a trabajar con estudiantes de secundaria / bachillerato en vez de con los de primaria. Como tiendo a divagar, me vinieron a la mente varias posibles razones para el cambio (crecimiento personal, acompañar a los jóvenes en un momento crítico de su desarrollo, etc.) y le pregunté la razón. La respuesta me derrumbó: “la posibilidad de trabajar una hora menos cada día”. Profundizamos en ello, pero creo que no era un día para muchas indagaciones. Es curioso cómo la sociedad me puede aterrar y, al instante siguiente, llenar de esperanza. Dimes y diretes.

Jonan lo reconoce más adelante en el texto: Las dos visiones (egocentrismo vs búsqueda) son una simplificación, y no deben provocar la división, el etiquetado o los bandos. Las personas vivimos distintos momentos e intensidades. Verdad. ¡Benditos grises!

* La imagen puedes encontrarla en el perfil de papurapu​ de flickr.

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