– El Roto (El País)
Pongámonos en contexto. Septiembre de 2008. El que escribe, recién salido del horno de la Facultad de Administración de Empresas. A lo largo de ese mes, dos de los adalides del capitalismo, Lehman Brothers y Merrill Lynch, certificaban el inicio del colapso financiero más importante del último siglo. Fue un mes en el que muchos de mis aprendizajes universitarios acerca de los mecanismos del mercado saltaban por los aires.
Me vendieron la creatividad, el esfuerzo, el tesón y las ideas como las claves del éxito. Pronto me dí cuenta de que todo se reducía a comportarse como un depredador.
En su momento, no fueron pocas las voces que afirmaron que el mercado, como mecanismo auto-regulador, había fracasado: había que controlar al sistema, diseñar reglas, ponerle freno. Había incluso que refundar el capitalismo. Hoy, casi seis años después, ¿qué ha cambiado? De hecho, hoy más que nunca, el capitalismo vertebra espacios de nuestra vida que parecían inexpugnables:
“Lo económico en su más hondo sentido de transacción ha ocupado un espacio que creímos en otra época que se había convertido en derecho” – Julen Iturbe en “El mercado de lo social y el mercadeo del alma”
Todo tiene un precio. Entrar a una sesión del Congreso de Estados Unidos, por ejemplo, solía ser gratuito (guardando la cola), pero hoy los lobbies pagan a empresas que alquilan a personas con bajos recursos para que guarden su sitio en la cola. 20 dólares la hora. Ya casi nadie guarda las colas. Más ejemplos. Una educación de élite sin haber alcanzado la nota mínima requerida, la posibilidad de contaminar la atmósfera comprando derechos de contaminación, conseguir un permiso de residencia comprando una casa (de al menos 500.000€ en el caso de España) ¿Existe algún límite moral? ¿Debe servir de excusa para todo la promesa del crecimiento? ¿Existe algún bien que merece la pena ser honrado?
De todo eso habla el libro cuya lectura acabo de finalizar, “Lo que el dinero no puede comprar”, de Michael J. Sandel, profesor de Filosofía Política en Harvard. Caminamos hacia una sociedad en venta;una sociedad crecientemente desigual que pone en riesgo la dignidad humana.
Sin darnos cuenta, los mercados dejaron de servirnos y pasamos a servir a los mercados. De tener una economía de mercado pasamos a ser una sociedad de mercado.
(…)
El reto moral y político es repensar el papel y alcance de los mercados, cómo invaden nuestras prácticas sociales, nuestras relaciones humanas y nuestra vida cotidiana. Definitivamente, algunas cosas no deberían ser valoradas por su vertiente puramente económica. – Michael J. Sandel.
Rousseau tenía una opinión similar: “Tan pronto como el servicio público deja de ser la principal preocupación de los ciudadanos, prefiriendo prestar sus bolsas que sus personas, el Estado está próximo a su ruina. Dad dinero y pronto estaréis entre cadenas.” (El contrato social)
Elegimos a nuestros representantes para que nos gobernaran, y acabaron gobernando para las élites. Aunque bueno, poniéndolo en un contexto de 200 años, y analizando 200 países, no todo parece tan negativo (depende de las gafas que llevemos puestas).
Entre tanto, leo que las élites vuelven a reunirse, a 20.000$ la entrada, para hablar sobre desigualdad y el capitalismo en el Foro Davos. Seguiremos informando.