Estudiamos por encima de nuestras posibilidades.

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Aún me hierve la sangre…

Leí hace unos días las declaraciones de Wert sobre la situación “insostenible” de la financiación universitaria ante el aumento exponencial alumnos. No me extrañó, la verdad. Otra forma de decirlo sería: “Estudiamos por encima de nuestras posibilidades”. ¿Les suena de algo? Poniendo en cuestión a las instituciones dan un paso más en esa cruzada contra lo público, a favor de lo mercantil y el beneficio.

Lo afirmaba el mismo ministro que ha podado los presupuestos de las universidades públicas, que ha promovido (y a la vez negado) el aumento de los precios y las tasas de enseñanza. Que ha disminuido las ayudas y las becas. Lo afirmaba el mismo ministro que ha trabajado a conciencia para que la universidad no sea un espacio de iguales. El mismo que las descapitaliza con tasas de reposición de jubilaciones de únicamente el 10%. Lo hace quien aboca a los/as profesores/as a precarios contratos temporales (y ya si eso, después, emigran), quien con sus decisiones está cerrando de facto facultades y reduciendo el número de titulaciones. El mensaje hoy es que el modelo universitario es poco rentable.

Lo leía y me hervía la sangre. Aún hoy lo releo y vuelvo a calentarme. Me caliento porque es un bombardeo continuo que busca mercantilizar la universidad. Me caliento porque no tiene que ver con el sistema de financiación sino con una cuestión ideológica. Lo afirma Joaquín Sevilla en su blog: no es que la universidad sea insostenible, es que para algunos/as es “insoportable, repugnante”. 
El “modelo de financiación” de las universidades es parte del contrato social en el que hemos vivido el mundo occidental las últimas décadas, y no es un elemento especialmente desajustado. Técnicamente no hay ninguna razón para considerarlo “insostenible”. Otra cosa es que este ministro sea un ferviente defensor de un contrato social totalmente diferente… en realidad de la ausencia de contrato social que se suele denominar “neoliberalismo”. 
Una vez más, aprovechan la crisis (y la mayoría absoluta, que conste) para privatizar y mercantilizar todo aquello susceptible de beneficio. Y la educación es un nicho susceptible de beneficio

He estado leyendo “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine, un manifiesto a favor de los saberes tradicionalmente considerados “inútiles”. En la segunda parte del mismo recuerda a Victor Hugo, quien en 1848 ensalzaba el papel de la educación ante la Asamblea Constituyente de París; ante la crisis que entonces atenazaba la nación era necesario duplicar los fondos destinados a la educación de los jóvenes, para evitar que la sociedad cayera en el abismo de la ignorancia

Los recortes terminarán por humillar a toda la nación (…) Han caído ustedes en un error deplorable. Han pensado que se ahorrarían dinero, pero lo que se ahorran es gloria”.
Era 1848. Victor Hugo entonces achacaba la miopía de los políticos a la voluntad de ahorro. Hoy, en 2014, no podemos hablar de miopía, sino de actuaciones conscientes y orquestadas. En 2014 no podemos más que oponernos frontalmente al derribo de la universidad pública, la de todos, para que no sea devorada por el ánimo de lucro de unos pocos.

La fotografía que ilustra el texto es de la página flickr de 0sama!!

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