Aún me hierve la sangre…
Lo afirmaba el mismo ministro que ha podado los presupuestos de las universidades públicas, que ha promovido (y a la vez negado) el aumento de los precios y las tasas de enseñanza. Que ha disminuido las ayudas y las becas. Lo afirmaba el mismo ministro que ha trabajado a conciencia para que la universidad no sea un espacio de iguales. El mismo que las descapitaliza con tasas de reposición de jubilaciones de únicamente el 10%. Lo hace quien aboca a los/as profesores/as a precarios contratos temporales (y ya si eso, después, emigran), quien con sus decisiones está cerrando de facto facultades y reduciendo el número de titulaciones. El mensaje hoy es que el modelo universitario es poco rentable.
El “modelo de financiación” de las universidades es parte del contrato social en el que hemos vivido el mundo occidental las últimas décadas, y no es un elemento especialmente desajustado. Técnicamente no hay ninguna razón para considerarlo “insostenible”. Otra cosa es que este ministro sea un ferviente defensor de un contrato social totalmente diferente… en realidad de la ausencia de contrato social que se suele denominar “neoliberalismo”.
He estado leyendo “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine, un manifiesto a favor de los saberes tradicionalmente considerados “inútiles”. En la segunda parte del mismo recuerda a Victor Hugo, quien en 1848 ensalzaba el papel de la educación ante la Asamblea Constituyente de París; ante la crisis que entonces atenazaba la nación era necesario duplicar los fondos destinados a la educación de los jóvenes, para evitar que la sociedad cayera en el abismo de la ignorancia:
“Los recortes terminarán por humillar a toda la nación (…) Han caído ustedes en un error deplorable. Han pensado que se ahorrarían dinero, pero lo que se ahorran es gloria”.
* La fotografía que ilustra el texto es de la página flickr de 0sama!!