Pues resulta que hace unos días, en el coloquio que organizó Javier Ruiz en Tecnalia acerca de la Teoría U “Liderar el tránsito de Ego a Eco-sistemas”, volvió a surgir la famosa charla de Deustoforum.
– Oye, ¿por casualidad no estarías en aquella charla…?
Coincidía con dos asistentes en que habíamos presenciado algo muy inusual en el contexto universitario. Delante de un centenar de espectadores/as, Ángel Gabilondo, Gabriel Pérez y Genís Roca ponían de manifiesto la ruptura entre el modelo de universidad analógica (la que hemos conocido hasta ahora) y el impacto que puede suponer internet en la educación superior. Cada día que pasa me voy dando más cuenta (ya lo comentaba con Gallas a la salida) de que asistimos a una conversación a tres bandas de extraordinaria relevancia. Algo brutal. Un choque de trenes.
Si prefieres ahorrarte las dos horas de charla (la verdad es que te recomiendo que la veas y vayas anotando lo que te va generando cada una de las intervenciones) te puedo avanzar una conclusión: Quienes nos lideran no alcanzan a comprender el cisma que supone internet. No están abiertos al diálogo (escuchar con humildad) y no han promovido una reflexión sin dobleces que permita abordar la cuestión desde un prisma estratégico (no saben, no quieren, no pueden). En cambio, se atenazan cuando un tercero les sugiere que el modelo universitario debe cambiar. Personalmente veo sumamente difícil que el docente (como líder de la institución universitaria) pueda actuar desde una perspectiva sistémica ante esta disrupción. Lo que hoy es roca necesitaría repensarse desde cero. Como en tantas ocasiones, me temo que la transformación llegará desde fuera…
Cambio de tercio. Muchos conocéis mi faceta de músico. A finales de los noventa, en plena adolescencia, viví de primera mano el cambio de modelo de negocio en la música. Siendo apenas un adolescente (un imberbe melómano) viví una época en la que me fascinaba ante las noticias que se sucedían cada día. El cambio llegó prácticamente de la nada: en tres años pasamos de la venta masiva de CDs (no de vinilos, un formato que a la industria no le interesaba) al nacimiento de Napster (2000), el P2P y las descargas gratuitas. En paralelo llegó itunes (2001), los usuarios pasamos a ser considerados piratas y el modelo de negocio mutó (del pagar por poseer al pagar por acceder). Ni que decir tiene, porque es de dominio más que público, contamos con un lobby musical y una entidad gestora de derechos que se centran en influir en la legislación, imponer impulsar cánones y ejercer de camorristas oficiales del sector. Lo nuevo y lo viejo. Quienes transforman y quienes son transformados.
Entre tanto, los músicos comparten bajo licencias creativecommons, cuelgan y venden sus canciones en soundcloud o bandcamp, recaban apoyo financiero vía goteo.org, conversan directamente con los fans en twitter, cuelgan sus vídeos en youtube, ponen su música a disposición de usuarios de spotify y venden sus propias camisetas en latostadora.com (he adjuntado algunos links del último proyecto en el que he participado, Mobydick o de mi último proyecto propio, Yo, Náufrago). Por supuesto, siguen tocando en directo todo lo posible, aunque la escena sufra zancadillas (aquí, aquí o aquí).
Desintermediación y digitalización. Parece claro que la transformación del negocio de la música pilló a los actores a contra pié y no pudo abordar una transición ordenada hacia lo digital (como suele contar el propio Genís).
En cuanto al negocio editorial, otro ejemplo de transición desordenada, esta tarde me encontraba con el texto “Why the Web wont be Nirvana”, firmado por Clifford Stoll en 1995. Nos deja reflexiones como éstas:
“Baloney. Do our computer pundits lack all common sense? The truth in no online database will replace your daily newspaper, no CD-ROM can take the place of a competent teacher and no computer network will change the way government works.”
“Yet Nicholas Negroponte, director of the MIT Media Lab, predicts that we’ll soon buy books and newspapers straight over the Intenet. Uh, sure.”
Internet continúa en ebullición. Muchos consideran que ya hemos pasado nuestro “mayo del 68” en la red, y que todo futuro será más regulado, más ordenado y menos libre. Pero no dudemos. Quedan espacios para la disrupción (esto anda revuelto, y esto…) y no me cabe duda de que la educación (la educación universitaria en particular) es uno de los sectores en los que el ecosistema ya está mutando. Podrá hacerlo de una manera más o menos ordenada, pero el cambio ya ha comenzado. Algunas universidades empiezan a testear cosas…
El sentido común nos dice que la disrupción está ahí, que es algo necesario e incluso atractivo para nuestros/as estudiantes y para la sociedad a la que debemos aportar valor. La propia sociedad nos lo echa continuamente en cara. En cambio, nuestra operativa diaria como universidad pone de manifiesto que dicha transformación se antoja impracticable en el actual terreno de juego.
El foco estratégico debe estar out of the box. ¿Estamos perdiendo la oportunidad de repensarnos y testar posibles modelos que aseguren la sostenibilidad de nuestras universidades? ¿Nos conformamos con ser segundos seguidores, aun a riesgo de que el cambio nos pase por encima? Yo demando líderes que, al menos, piensen en dichas claves.