Alimentando el miedo. Alimentando la máquina.

Oigan, el tweet que lanzaban nuestras amigas de #Funtsproject hace unos días es demoledor:

@funtsproject – ¿Hacia qué modelo productivo y económico nos dirigimos? ¿Y donde quedan las personas? http://ow.ly/OUTab Un informe desalentador.

Pero no me entiendan mal; demoledor, no por el tweet en sí, ni siquiera por el artículo de #eleconomista que enlaza, sino por lo que anda sucediendo entre bambalinas. Desde que lo leí, ando a la caza y captura del famoso informe de Deutsche Bank y no he sido capaz de localizarlo (nos disparan dardos envenenados de miedo sin ni siquiera referenciar a la fuente. ¿Alguien me ayuda?). Tampoco importa, hay decenas de informes por ahí igual o más deprimentes…

Lo que nos cuenta no es nada nuevo; la innovación y las nuevas tecnologías desplazan algunos nichos laborales fuera del sistema productivo, están empobreciendo los salarios de algunos (muchos) mientras que otros (pocos) engordan sus ingresos y beneficios. Una desigualdad creciente que, si bien en el corto plazo aún permite sostener el consumo desde el incremento de deuda de los hogares, a medio plazo corre el riesgo de quebrar el sistema. Empleos parciales, precarios, y salarios estancados en un escenario de, en teoría, recuperación.

Me quedo con una imagen; la de una economía que transita a dos velocidades; la élite y lo precario. Coexistiendo. Cada día más distanciados. Una economía obsoleta que no está a la altura del progreso tecnológico, que está permitiendo que unos pocos se lucren mientras que centenares de miles de puestos de trabajo de la clase media son destruidos o precarizados. Una huída hacia delante de quienes manejan los hilos. En el medio plazo esta polarización puede implicar la destrucción del propio sistema tal y como lo hemos conocido.

Muy a lo bruto: nos encanta disfrutar de los mayores descuentos en Amazon, ahorrarnos un par de decenas de euros, hasta que nos damos cuenta de que aquella tienda en la que podríamos haber trabajado en nuestra ciudad ha echado la persiana por ser incapaz de competir con el monstruo. Alimentamos con una sonrisa a gigantes supranacionales, caníbales que hacen más precario nuestro futuro. “Reducir costes no fomenta la dignidad económica si conlleva con ello una reducción de puestos de trabajo” afirma Jaron Lanier en su último libro. ¿Al matadero?

Quiero creer que de ésta salimos. Como hemos salido siempre. Pensar de otra manera es infravalorar la creatividad humana. Desplazaremos nuestras capacidades, adaptaremos nuestras competencias, bailaremos y re-definiremos nuestro proyecto profesional para encontrar nichos de valor, nuevos mercados laborales en los que crecer y desarrollarnos. Para ello, necesitamos ser cada vez más conscientes del camino que estamos recorriendo. De qué llama encendemos con cada una de nuestras decisiones económicas. De qué cuenta de resultados engordamos con cada compra, cada like, cada tweet o cada descarga.

Al menos, mientras reaccionamos, sepamos cómo alimentamos a la máquina. Quizás así la destruyamos.

* Knife & dollars, una foto (cc) del flickr de kishjar

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