“Difícilmente nos comportaremos de una manera distinta como sistema si no impactamos en la calidad de la atención de las personas” (link)
Nos juntamos hace unas tres semanas para ponernos a la obra. Las organizadoras acertaron con el espacio: el tatami del polideportivo de la universidad. No éramos muchas. Una docena de mujeres (yo como único representante masculino) intrigadas por lo descrito en los objetivos de la acción formativa sobre el rol del profesor facilitador. Rezaban así:
- Acercar a las personas al fenómeno de las capacidades básicas, vivirlo a través de la experiencia
- Tomar conciencia de la propia presencia corporal y su influencia en las relaciones interpersonales
- Reflexionar acerca de la propia acción en el aula y puesto de trabajo desde el punto de vista de las capacidades básicas.
Suficiente para que me picara la curiosidad. Tras finalizar la primera sesión del taller, y a lo largo de este semestre, intentaré ir recogiendo en el blog un esbozo sobre cada uno de estos encuentros.
“Lo primero que hacemos al emerger en este mundo es inhalar. Lo último es exhalar. Cada inhalación y cada exhalación constituyen una pequeña metáfora de que podemos morir y renacer en cada momento. ¿Qué nos queda entre cada suspiro? ¿Entre cada respiración? El instante presente, el aquí y el ahora, nuestra única realidad.”. Daniel Taroppio

El modelo en que se basa el taller es el de las Interacciones Primordiales, desarrollado por el psicólogo Daniel Taroppio, quien viene trabajando los vínculos y las relaciones profundas entre las personas y cómo éstas influyen en el devenir y el desarrollo de las propias personas, los equipos y las organizaciones. Parte de una sentencia básica: allá donde existan organizaciones encontraremos dinámicas relacionales que pueden generar conflictos, sufrimiento y muerte o crecimiento, realización personal y vida. El modelo trata de impulsar la resolución de estos conflictos favoreciendo una transformación personal, profesional y organizacional. Mediante ejercicios prácticos y vivenciales (en tres planos: lingüístico, corporal y meditativo) y con un enfoque holístico y sistémico se busca actuar sobre la totalidad integrada de cuerpo / mente con el objetivo de entrar en contacto con una realidad interior, una sabiduría y amor que se expresen con toda su magnitud y belleza.
Un concepto clave: Vibración. Somos organismos conectados con tierra y universo. Seres cósmicos; ¡energía! Los movimientos primordiales, y las dinámicas que se generan en el taller (música, respiración, voz, contacto e interacciones entre las participantes) tratan de remover bloqueos y disociaciones artificiales de nuestra identidad. Dado que todos/as en origen somos perfectos, ¡volvamos a recuperar la esencia! Nuestra forma de movernos, nuestros gestos, nuestra respiración o la energía que proyectamos a nuestro alrededor, impacta e influye en los otros. Taroppio propone un itinerario para que estos impactos de transformación sean más conscientes, positivos y duraderos.

En el trayecto, la primera de las capacidades que elaboramos es la de la confianza básica. La capacidad que nos impulsa a abandonar las certezas, a soltarnos ante la incertidumbre y el misterio, a minimizar nuestro ego disfuncional trabajando nuestra identidad, nuestros límites, nuestra asertividad, nuestras sombras, el reconocimiento de nuestras necesidades, lo que queremos y no queremos, nuestras potencialidades y limitaciones… en definitiva, la construcción de la personalidad desde un ego funcional y sano. Activar estas capacidades requiere escarbar a un nivel de profundidad en el que se encuentran grabados mensajes disociados en la polaridad de temor / violencia, rabia / ira, compasión y culpa. Liga con la forma en la que se manejaba la agresividad y el miedo en nuestra familia, el bloqueo de la sensibilidad y la elaboración de dichos impulsos desde una edad muy temprana. El déficit de confianza básica se muestra en forma de inseguridades, excesivo temor, angustia crónica, preocupación patológica por el futuro, inestabilidad, dificultades para poner límites… generando egos disfuncionales y estructuras de personalidad seudo.
La confianza básica no es algo mágico. No brinda ningún tipo de certeza sobre el futuro, sino que facilita que dejemos de exigir y de buscar garantías. No elimina el dolor, pero nos ayuda a abandonar la infantil necesidad de controlar la vida, a renunciar a las supuestas seguridades y a entregarnos al aquí y al ahora. En definitiva, nos ubica en un lugar mejor para afrontar el viaje.
Para trabajar la confianza nos centramos en el centro energético Bajo (perineo), desde donde nos conectamos a la base / tierra. Sostiene el funcionamiento del resto de órganos y sistemas del cuerpo. Es nuestra sede de energía primaria más básica. El puente entre nosotros y el planeta, entre la energía personal y lo transpersonal.
La herramienta fundamental en esta sesión es el ritmo, la expresión musical más básica y primitiva, las danzas africanas o indio americanas. Trabajamos desde la danza y la percusión, el ritmo y el pulso, que nos ayudan a bajar y sostenernos firmes en tierra. Nos enseñan cómo el ritmo se torna fuente de fuerza original de autoconfianza, autoafirmación, confianza en nuestros procesos biológicos, energía. Golpes en el suelo, asentados con las rodillas semiflexionadas, el equilibrio y la solidez desde el tronco pero sin tensionar el cuerpo. Con brazos que marcan nuestro espacio personal, enérgicos, definiendo nuestros límites y territorio. De aquí no pasan. La mirada es intensa y nuestra actitud es de vitalidad, de alerta y defensa ante las adversidades, listas para defender lo nuestro. Las posturas y movimientos afianzan y asientan la personalidad, crece la experiencia de sentir que la vida está aquí para brindarnos oportunidades, que debemos tomarlas desde nuestro propio equilibrio y centramiento, que debemos identificar y respetar los límites, que no tenemos nada que temer. Que somos dueños y dueñas.
En la sesión caminamos, respiramos, atacamos y nos defendemos, bailamos con los ojos abiertos, con los ojos cerrados, nos reconocemos, nos abrazamos, nos acariciamos, nos abrimos al de enfrente con el objetivo de explorar más adentro. Alcanzamos una especie de comunión entre las doce presentes. Curiosamente, en un espacio de tres horas elaboramos dinámicas que probablemente nunca lleguemos a experimentar en un entorno laboral y quizás en contadas ocasiones en entornos familiares.
“Aquello que somos, nuestra intimidad más profunda, nuestro ser, no tiene nada que temer. Lo más sagrado de nosotros está fuera de las contingencias del tiempo y del espacio. No tenemos ser, pues todo lo que tenemos puede desaparecer en un instante”. Daniel Taroppio.
La confianza básica es la tranquilidad, la prosperidad, la riqueza de quien no le teme al futuro.
(*) Vida. cc desde el flickr de @inthepotter’shands / Confianza. cc desde el flickr de @adrianruiz
(**) La base de lo contenido en esta serie de textos se basan en “El Vínculo Primordial” de Daniel Taroppio así como en lo acontecido en el taller liderado por Elena Quevedo y Piedad Arbaiza en la Universidad de Deusto.