Decía Josune hace un par de semanas que “hemos de ser valientes para escribir sobre las cosas importantes”. Surgía su reflexión en una de las conversaciones cruzadas que se dieron en la comida de navidad de Ferruelo & Velasco, cuando hablábamos de la conveniencia o no de escribir en un blog a golpe de noticia, por impulsos, buscando el impacto del corto plazo, las visitas o el máximo número de RTs. Me quedé enganchado a la frase. Tanto que la retomo para cerrar este 2015 en el blog.
Supongo que fue una llamada a mojarnos por lo importante. Una llamada al pensamiento crítico y estratégico, al posicionamiento consciente, al reposo frente a la voracidad, a centrarnos en aquellas temáticas que puedan ser verdaderamente capitales.
Recuerdo que repliqué a Josune: “quizás el hecho de escribir un blog sea un acto de valentía en sí mismo” (o algo así…). Escribir de manera pública nos expone. En muchos casos más de lo que imaginamos o nos gustaría. Cuando nos mojamos, las interpretaciones, los juicios, los impactos que generamos, son difíciles de controlar. Suelen quedar en el ámbito privado de quien está al otro lado. O no… ¡en 2015 hay personas que son asesinadas por bloguear!
Todo lo que decimos nos posiciona. Estar aquí, escribiendo, nos expone. No estar también dice cosas de nosotros. ¿Podemos permitirnos el lujo de no hablar de según qué temas? ¿Como organización, como institución, como persona firmante? Somos muchos quienes reclamamos a nuestras empresas, a nuestras instituciones que se mojen en un tiempo en el que parece que ya pocos lo hacen. La credibilidad, la autenticidad y la sostenibilidad pasa por ser consecuentes. Parece como si todo esto ya no mereciera la pena.
Vuelvo al blog. Ha sido un año en el que no me he prodigado demasiado en cuanto a número de textos. Tan solo han sido 18. En 2014 fueron 26. En 2013, 40. La media ya no da para dos textos mensuales. Sin embargo estoy feliz porque sé que me he vaciado en algunos de estos pasajes. Me veo reflejado, sonrío al releerme. Quizás también haya tratado de controlar un poquito más mis vómitos para no verme demasiado resacoso dentro de un tiempo cuando eche la vista atrás. En todo caso, me gusta la imagen que me devuelve este espejo en diciembre de 2015.
En definitiva, somos dueños de los caminos que decidimos recorrer. Y eso es lo valiente. No soy quién para juzgar lo que otros ponen sobre el tapete. Decía Hesse en “Demian”, el libro que introduce este texto, que las cosas que vemos, (las cosas sobre las que escribimos, añado yo), son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Qué valiente quien es capaz arriesgarse a alzar su diminuta voz para compartirlas con los demás.
¡Feliz fin de año y que vuestro primer paso en 2016 sea bajo el paraguas (de la lluvia no nos libramos) de algo verdaderamente importante!
* He robado esta imagen (poco navideña, lo sé, pero es que el clima no es muy propicio este fin de año) al instagram de @deusto.