DIY. Do it yourself. Se puede hacer. Se puede hacer bien.
Me he dejado caer esta mañana por la jornada de autogestión musical que organizan hoy @cuatrobarbas en Dock Bilbao con el apoyo de Musika bulegoa. En la segunda de las sesiones, con la excusa de conversar sobre los planes de promo y difusión, Pepo Márquez y Ana Medina han acabado hablando de la coherencia y el sentido de muchos proyectos culturales. De cómo música, mensaje e iniciativas pueden ir de la mano (o no) a la hora de crear una historia, un discurso comprometido.
Es algo a lo que llevo dándole vueltas mucho tiempo. Una vez más, uno de esos silencios recurrentes que vuelven a salir a la palestra.
Llevo desde los 18 años inmerso en la dinámica que supone crear canciones, darles un formato y exponerlas en público. Mi mochila va llenándose de experiencias tras haber formado parte de bandas como fueron whitewood (mi primer proyecto), Yo, náufrago, o posteriormente Mobydick (alter ego de mi admirado Eneko). Por el camino también he tenido la suerte de colaborar con otras personas y grupos como Cordura, Señores o Desperanza (por citar algunos otros proyectos que me sirven de faro).
Aunque mi cabeza no deja de ronronear, nunca me he considerado una persona activista. Mi música tampoco ha encajado en ninguna escena, y si bien mi escuela y formación más clásica ha derivado en canciones melódicas y un estilo pop (que es lo que honestamente sé hacer) no he dejado de reflexionar sobre cómo dar pasos con sentido, comprometidos y coherentes con mis referentes. Hablaba hace un año sobre la belleza y lo genuino. Hoy volvía con fuerza la necesidad de construirme en un discurso con sentido y honesto. Más aún cuando comienzo a gestar un nuevo proyecto musical (llevo desde 2012 sin proyecto propio y en 2017 ya tocaba) en el que me acompaña Jagoba Ormaetxea, un auténtico apasionado de la creatividad, la diversidad y a quien aún le brillan los ojos al escuchar nueva música. Una oportunidad para transformarnos mutuamente.
En este nuevo periodo quiero dar pasos pequeños, firmes, con música, discurso, pensamiento y acciones que sostengan lo anterior. Me pasa lo mismo con mi trabajo, con mi organización. Demando proyectos culturales con sentido y demando organizaciones con sentido. Porque, al igual que hacer música “no es solamente música”, liderar organizaciones no debe ser únicamente maximizar beneficios. ¿Qué aporto culturalmente? ¿Qué aporta mi organización a la sociedad? ¿Cómo aporto sentido crítico? ¿Me puedo sentir orgulloso de mi proyecto musical? ¿Y de la organización que me paga?
No somos pocos los que sentimos la necesidad de encontrar sentido en un mundo que no comprendemos. No somos pocos los que damos vueltas a nuestras disonancias. Si esto es así, no tenemos excusas para no dotar de significado a aquello que hacemos. Sobre un escenario, redactando un informe para dirección o en el descanso del café. Somos responsables de nuestros siguientes pasos.
No esperéis revoluciones. Yo tampoco las espero. Mis canciones siguen siendo pop. Tendrán melodía, voces corales y un piano que las sostenga. Pero mi cabeza sigue en ebullición. Las letras reflejan que me hago mayor y la pausa tendrá algo que ver con ese pasito adelante. Ya que empezamos de cero, hagamos las cosas bien.
* La fotografía está sacada de la página de Tim Arterbury en Unsplash