No importa lo detallados que puedan llegar a ser los procedimientos. No importa el grado de consenso en su definición a la hora de identificar el correcto proceder. Por muy cuidadosos que seamos, a las personas no nos movilizan los procesos y los procedimientos: nadie hace una revolución por un procedimiento.
Las personas se ponen en movimiento por el deseo de encarnar un valor o de alcanzar un bien.
Por eso, en tiempos de repensar nuestra aportación de valor, en el momento de innovar, cuando se intuye la necesidad de virar el rumbo, el procedimiento se queda corto. Y cuando damos vueltas y más vueltas a redacciones de procedimientos de calidad, definimos equipos de proceso y depuramos los indicadores, a mí queda la duda de si en verdad estamos a setas o a rolex.
Aunque, mejor pensado, quizás la partida se haya reducido a ganar la pequeña.
(*) Reflexión surgida de la lectura de Adela Cortina en “Educación para el patriotismo o para el cosmopolitismo”.
(**) Tomo prestada la fotografía desde https://unsplash.com/@michalmichal