El pasado 16 de noviembre (ya ha caído…) me dejé caer por el acto de celebración del centenario de mi facultad, Deusto Business School. Tuve la oportunidad de escuchar a Ronald Anton, consejero de la Escuela de Negocios de Georgetown University y Decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de Loyola de Maryland. Un jesuita que ha dedicado su vida al desarrollo de organizaciones educativas de la Compañía en Estados Unidos, Sudamérica y Asia. Un auténtico lujo… En su conferencia nos enganchó con referencias a su experiencia en China, Chile, Camboya o Estados Unidos. Una diversidad cultural y religiosa que no es óbice para identificar retos comunes y globales de la educación jesuita. Oídos abiertos.
“Les daremos educación empresarial para que puedan ofrecer un mejor servicio”. Y es que en cuestión de negocios, no todo consiste en hacerse rico.
La primera referencia fue a uno de los mantras de la orden de San Ignacio: una educación para servir; hombres y mujeres para los demás. Habló de instituciones educativas en movimiento. Cada escuela y universidad jesuita debe repensar si hay algo que nos haga diferentes de otros competidores. Afirmó que el foco en el servicio alienta la búsqueda de sentido de las personas y de nuestros estudiantes.
“Lo que nos hace jesuitas es lo que enseñamos, la forma en que lo enseñamos, el tipo de estudiantes que generamos y lo que estos hacen con sus vidas. Han de ver las caras y saber los nombres de “el otro”. ¡Incendiemos el mundo!”
El reto es generar transformaciones desde el hacer / ser de nuestros estudiantes cuando se lanzan al mundo. Hablaba de formar “más allá del curriculum vitae”; de formar en los “valores del elogio”.
¿Damos la oportunidad a los y las estudiantes de preguntarse acerca de sus ideas? ¿sus valores? ¿se les da la oportunidad de aprender que no toda la riqueza es material? ¿se preguntan acerca de cómo contribuyen a hacer un mundo mejor? ¿les enseñamos que la educación empresarial es una herramienta de justicia social? ¿les facilitamos las lentes para verse a sí mismos y al mundo como una comunidad de hermanas y hermanos? ¿les desafiamos a buscar el sentido de la vida?
Cumplimos 100 años como escuela de negocios y continuamos repensándonos. Seguramente no debamos dejar de hacerlo nunca. Lo afirmaba nuestro Decano, Guillermo Dorronsoro en la apertura del acto:
“Tenéis que ser críticos con lo que veis, imaginar un futuro mejor. No estaríais a la altura si aceptáis la realidad como os la dejamos, vuestro deber es transformarla (…) Porque a pesar de lo mucho conseguido, una vez más la Historia nos sitúa ante nuevos retos, debemos repensar la empresa, debemos repensar nuestras instituciones, debemos volver a reconvertir nuestra industria, defender nuestro Concierto… y solo merecerá la pena si es para hacerlos mejores, más éticos, más comprometidos con los que menos tienen.”
Gracias Guillermo, y gracias Ronald. Bueno sería que ni una sola de las personas que pasan por nuestras aulas pasara de puntillas sobre estos compromisos.
* He rescatado la foto que ilustra el texto del flickr de Deusto