Los contextos organizativos negativos están de moda. No es la sentencia más apropiada para encarar el inicio del fin de semana, pero la tenía que soltar.
Y eso que, echando un vistazo a la red, podría parecer lo contrario; esta tarde en el reader he podido disfrutar de dos textos de Iñigo y Paz en los que promueven el positivismo y la auto-búsqueda de la buena suerte. Pero yo, erre que erre. Lo negativo está de moda.
En un país en depresión (como apunta Iñigo en su artículo) “que ha pasado de mariposa a gusano”, las dinámicas conversacionales que evocan muerte están a la última. Parece que ganamos puntos si trabajamos desde el abrumamiento, la depresión, la desesperación, el desaliento y la urgencia. Quien más quien menos te dirá que “vives demasiado bien” si no te estás desangrando por las esquinas.
Anibal traería a colación el concepto de memes culturales, que se propagan, se imitan y se reproducen en dimensiones y sistemas. Y uno por otro, la negatividad se expande con una inercia aplastante. Depende de nosotros que comencemos a poner remedio.
La paradoja es que existen grandes diferencias entre afrontar una tarea apesadumbrados o ilusionados, entre lanzar un proyecto desde su aportación a la estrategia o desde el “a ver cómo salimos de ésta”, entre el trabajar en equipos que fomentan el “escaqueo controlado” para acabar rápido y cumplir, o quienes se elevan sobre la urgencia para trabajar por el medio plazo y el cambio de las organizaciones.
Cambiemos las actitudes, provoquemos espacios de “creación” y veremos cómo cambia el proceso -disfrutando del camino- y cómo cambian los resultados. No puedo creer que alguien que trabaja desde el menudo marrón pueda poner pasión en lo que hace.
“La motivación, la capacidad de ilusionarse, el sentir pasión por lo que hacemos son factores emocionales que siempre deben estar presentes y ejercer de guías en nuestro camino.” – Iñigo Diego
Abrumarse o ilusionarse. Decidimos nosotros. Somos responsables de cómo afrontamos nuestro trabajo y nuestros proyectos. Somos nosotros quienes ponemos las condiciones para cambiar la forma en la que nos vemos y la forma en la que nos ven los demás.
Un solo consejo. Rodeémonos de optimistas si queremos dar pasos y ser felices en el trabajo. Desarrollemos capas de impermeabilidad ante quienes se denominan “optimistas bien informados” (Ja!) – Que no te enganchen. Con los primeros creces. Con los segundos decreces.
Tomo prestado y parafraseo algunos puntos del texto de Paz (quien a su vez los toma de Wiseman) para identificar a quienes provocan
- Vive favoreciendo que sucedan cosas positivas.
- Sé flexible ante la vida (vive en la incertidumbre)
- Manténte atento ante las nuevas oportunidades que se presentan.
- No repitas sitio en vacaciones.
- Aprende técnicas de relajación.
- Combate los sentimientos negativos.
- Fomenta las relaciones con amigos. Amplía esas relaciones.
Al fin y al cabo, esto de vivir en positivo es un poco “indie”; es ir contracorriente, ¿no?
* Actualización 20 de febrero:
Ha sido escribir el texto y que, por arte de magia, comiencen a brotar artículos relacionados con las actitudes y la inteligencia positiva. ¿Nos habremos puesto todos de acuerdo?
Marta Romo, en su último post, nos habla de un artículo de Shawn Achor sobre el tema. La actitud y el pensamiento positivo es fundamental para obtener desempeños excelentes y encarar desafíos y proyectos. En su análisis de distintos estudios y referencias, él habla de las ventajas de la felicidad. Marta pone además sobre la mesa el concepto de pensamiento rutinario o rumiante #megusta. Son los pensamientos repetitivos, boicoteantes, memorizados, que van haciendo mella poquito a poquito. Pensar en problemas vs Pensar en posibilidades:
- “Pensar en los problemas es más sencillo, tiene que ver con lo que ya sabemos, con el pasado, con lo conocido y requiero poco esfuerzo hacerlo”
- “Pensar en posibilidades, tiene que ver con el futuro, con crear, imaginar, planificar”
Y tú, en la máquina del café, ¿posibilitas o únicamente te quejas?