Dime cómo seleccionas…

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Y te diré quién eres.

A través del Facebook de Deusto accedí hace meses (algo así como 15) a un artículo del profesor e investigador Miguel A. Vadillo en el que, desde dentro, realizaba una radiografía emocional de los procesos de selección de personas en las Universidades españolas. Las comparativas son odiosas, y con el norte de Europa, difíciles de digerir. Venía a poner sobre la mesa aspectos fundamentales de cualquier proceso de selección profesional / avanzado: transparencia en el proceso de definición de las necesidades, máxima publicidad y difusión de las vacantes, igualdad de oportunidades, reconocimiento al mérito, pruebas de evaluación…

La realidad es que los procesos de selección te definen forzosamente como proyecto empresarial. Cómo atraes talento (o cómo no lo atraes) define a cualquier organización, y por supuesto, define a nuestras universidades. Un sector como el del conocimiento debería ser escrupulosamente ejemplar en la ejecución de los procesos de incorporación de las personas. Yo diría que, en el marco de la docencia y la investigación, es sin duda el proceso más estratégico del negocio. 

“Un rancio sistema jerárquico, endogamia, bajo nivel de ciencia, falta absoluta de perspectivas" 

Podríamos asumir que, hasta hace relativamente poco, el lento elefante universitario vivía tranquilo. Sin depredadores a la vista, y con un caudaloso río de alumnos que le permitían saciar su sed (curso a curso), el mamífero podía permitirse el lujo de no pensar en el futuro y la supervivencia de la manada.

Hemos pasado demasiado tiempo sin pensar en términos de supervivencia / sostenibilidad; hoy andamos a rebufo para definir nuestras estrategias de talento.

Hoy cambian las organizaciones, cambia el mercado, cambian las dinámicas de aprendizaje, cambia la forma de relacionarnos, cambian las tecnologías y cambian, en definitiva, las personas y los contextos. En un escenario de cambio ágil y continuado, la Universidad ha tardado demasiado en darse cuenta de que la base de la competitividad reside en contar con las mejores personas; en contar con los mejores equipos; en profesionalizar todos los mecanismos de incorporación y evaluación del talento. 

No se trata de modificar los procesos o redactar complejos procedimientos; es momento de ir susurrando al elefante la necesidad de ponerse en movimiento. 

Nos podemos quejar de la fuga de cerebros de nuestros "viejos” centros (la edad media en el CSIC, que con 15.000 empleados es el organismo público de investigación más grande de España, es de 58 años) pero la realidad es que el joven talento investigador ya solo piensa en un futuro fuera de nuestro país

¿Tenemos lo que nos merecemos?

* Puedes acceder a la imagen aquí

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